«.....Lo busqué por todas partes...
...¡Pero no estaba en ningún lado!»
«Lo único que me quedaba de aquel árbol, una rama. ¡Solo una rama!
Lo justo para hacer un cuadro. Pero ahora, no era eso lo que me molestaba tanto; en las manos tenía el único, el cuadro que quería... ¡Pero ninguna mariposa merecía estar en él! Era como si volviera de nuevo al principio.»
«...Hice otros cuadros. Cuadros bellísimos. Cuadros más grandes. En su interior encerré otras mariposas... Ninguna debía escapárseme.» «...Ni una.» «El mismo error no debía volver a suceder. Busqué otras. Otras...
Esperando encontrarla a ella, a la única que no encontré...
A ella, que no apareció nunca...»
Se volvió hacia ella...
«Lo he guardado siempre», susurró, «En la torre más alta de mi castillo.»
Sus ojos se habían nublado...
Dondequiera que mirara no podía distinguirla. Pero sabía que estaba allí.
«Te estaba esperando», le dijo entonces. «...Siempre te he estado esperando...»
«Antes de todo, sentía muy dentro de mí que un día vendrías...»
Su voz salía ahora con dificultad.
Una voz que se desvanecía, pero seguía intentando llegar a ella.
«Este cuadro,
lo hice para ti...»
«...¡Un día me preguntaste por qué, y no contesté! No sabía.
¡Pero ahora sé! Ahora, me acuerdo...»
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