....Tiene que ser muy hermoso verlo desde allí arriba...
– Sí, realmente...
Miró el agua.
– ...¿Qué ocurre abajo, mucho más abajo de aquí? ¿Está tan oscuro en todas partes?
¿Qué le ocurre al sol cuando se hunde?
– No lo sé. Pero en todas partes hay oscuridad. Ninguna luz...
– ¿De verdad?
¿Tampoco hay luna en tu mundo?
¿Ni estrellas?
Respondió moviendo negativamente la cabeza.
El sol a lo lejos al oeste estaba a punto de tocar el mar.
Se volvió hacia la gaviota.
– Vuela... Por favor, vuela y dime qué se ve ahora, desde allí arriba.
Subió al cielo para volver a acercarse al impaciente delfín un poco después.
– Desde arriba parece como si dos soles se encon-traran en la orilla del horizonte. El que ves claramente y otro, parecido, de un rojo intenso, que flota durante un rato en el agua.
Y a continuación parece casi como si se diluyera en el color del mar.
El delfín comenzó a saltar tan alto como podía, buscando el «otro» sol.
– No lo veo... No lo veo para nada...
Observaba a un ser, que intentaba ver al mundo de la forma en la que lo veía ella.
Un ser que veía un mundo que ella no podía ver.
«No te pongas triste», le dijo entonces.
«Yo te diré lo que veo.»
«Yo volaré por ti...»